martes

Inconcluso



La era de las disculpas finalizó para mi.
Algo se murió dentro,
algo cambió, mutó, se tranformó.
Algo definitivamente ya no me pertence
y deja de ser mio y capricho
para pasar a ser libre y objetivo.

No entiendo muy bien la frialdad de los actos.
Me cuesta enfriarme con ellos.
Debería pensar menos y actuar más.
No, no, pensar más y actuar menos.
O ni pensar.
O ni actuar.
O ni siquiera existir.
O hacerlo todo junto y ver la reacción.

De Rojo brillante a gris existencial se pasan mis días
se queman.
Se disuelven en las horas,
en las siestas y en todo lo que dije
o no.

Y la duda constante
esa maldita duda constante que no me deja respirar.
O si, pero no quiero en realidad.
O no y lucho como una tonta contra cosas que no van a cambiar.
O si pero no quiero creer en el cambio
o jamás e intento tragarme el veneno ensalibado.

Entonces abandono todo lo que hago.
Y lo hago de manera cortante
hasta que descubro que necesito de esas cosas para ser yo
o al menos para ser alguien menos triste.
Y vuelvo,
me siento incómoda pero sigo.
Porque así de modosita me enseñaron
y así de modosita lo apliqué.

Y la duda no se va,
tampoco mis ganas de romper con el esquema
y todo empieza
o termina
o nunca es
o es demasiado y no lo entiendo
o lo entiendo pero no lo comprendo,
y lo dejo,
lo olvido por que sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario